Apenas le vieron las orejas al lobo, los socios de la cooperativa de Juan estibaron en aquel enorme carguero, un milagro de equilibrio, medio millón de frágiles botellas de albariño prestas a enfrentarse al oleaje atlántico en 30 contenedores y desearon con todas sus fuerzas, adelantando la entrega, haber esquivado la bala de los aranceles del 200% con los que la Administración Trump parecía querer gravar los productos europeos. Ese era entonces el rumor. En ese barco fletado hace meses enviaron vino suficiente como para abastecer de su marca las estanterías estadounidenses prácticamente hasta Navidad.
La suya fue una reacción rápida y sin precedentes, adoptada después de que sus importadores norteamericanos les alertaran por videoconferencia sobre la real determinación del nuevo presidente de cumplir con sus amenazas electorales. Al fin y al cabo, se trataba de los mayores fabricantes de vino de EEUU y de los mayores distribuidores del mundo, habían tenido la ocurrencia de nacer en plena Prohibición y sabían cómo enfrentarse a problemas inéditos. "Pudieron haber dicho: 'no sabemos qué va a pasar con los aranceles, no sabemos qué va a pasar con la demanda, qué miedo, va a caer el consumo y esto va a ser un desastre, vamos a dilatar un poco y no vamos a llevarnos el vino', pero decidieron cargar el barco y disponer del stock en sus instalaciones. Argumentaron: 'esto se va a solucionar, es coyuntural y no podemos estar sin vino en el mercado. No estamos dispuestos a que no haya vino en el lineal porque eso sí que sería un desastre, sería muy difícil y costoso volver a colocarlo'".
Juan, quien explica a Crónica la conversación tácticamente relevante para su producción mantenida con la distribuidora, es Juan Vázquez Gancedo, un economista que, después de pasar por su etapa de empresario agresivo tipo película ochentera y de jurarse toda su vida que no trabajaría en una cooperativa, se puso al frente de las Bodegas Martín Códax como director general y ha recibido importantes reconocimientos. Fue Personaje del Año en el sector del vino en 2023. Con su planteamiento general, antes del volantazo dado por Trump el miércoles, se había convertido en una especie de Asterix del albariñoen el oasis gallego frente a los aranceles del imperio. Después del volantazo, sigue aspirando a que las características del vino obtenido de minifundios, siga siendo una apuesta segura consolidando otros mercados.
No es el único bodeguero que ha adelantado la exportación de su producción en España. En estas últimas semanas, muchos han adoptado iniciativas similares porque era interés sobre todo de los operadores estadounidenses, que son quienes abonan el gravamen, no pagar el porcentaje extra de los aranceles. Y, sin embargo, ni siquiera al principio, cuando la previsión era del 200% (cada barco podía suponer un incremento de gasto de entre 20.000 y 30.000 euros), Juan Vázquez Gancedo logró escuchar una crítica contra Trump por parte de sus interlocutores norteamericanos. "No manifiestan su opinión, sencillamente dicen que estas son las circunstancias, que no las vamos a poder cambiar y que hay que trabajar en esas condiciones", sostiene. Y esa, la de no pararse en lamentos parece ser la actitud de los viticultores de Martín Códax. "Tenemos la experiencia de octubre de 2019 cuando Trump nos subió un 25% y los precios experimentaron un incremento de 15 a 19 dólares. Hubo un primer descenso en la demanda al principio, pero después parece que el consumidor asume ese precio y hoy vendemos más que antes de aquella subida", analiza Vázquez Gancedo.
El productor recuerda que los competidores del vino español, que son los vinos europeos, también sufren los aranceles, constata que los blancos están de moda, que los consumidores de vinos importados tienen "un poder adquisitivo medio alto y no lo consumen a diario sino en ocasiones especiales" y que, así como los coches se pueden fabricar en EEUU, según espeta más que argumenta el presidente norteamericano, el albariño "no se puede fabricar" más que en Galicia. Sólo Galicia tiene esas tierras y ese clima que la convierten en específica. En este caso, en la aldea galaica con armas y bagajes preparados para el ataque.
De modo que los cooperativistas del albariño están preocupados porque el mercado estadounidense es la mitad de sus exportaciones, pero exploran otras salidas sin arredrarse demasiado al menos a corto o medio plazo, y por si acaso Trump vuelve a dar otro giro de timón sorpresivo. "De darlo, seguro que bajaría el consumo, pero con el albariño, por el momento, vendemos más de lo que tenemos en mercados como los Países Bajos o los países nórdicos. Centroamérica es muy buena para los vinos españoles por su gastronomía, la zona del Caribe, México es un gran mercado de los vinos españoles, Puerto Rico... La semana pasada teníamos una comercial en México, otra en República dominicana y la directora de Exportación en Países Bajos. No es que seamos optimistas, es que estamos pasando de pantalla pase lo que pase. No podemos quedarnos quietos, tenemos que hacer cosas y ampliar y desarrollar el mercado y ya estamos actuando en marcados alternativos", señala Vázquez Gancedo ganando tiempo mientras el presidente estadounidense decide si provoca una recesión que deje inmunes incluso los pensamientos más expeditivos.
Horas antes de que Trump diese marcha atrás colocándose en una situación entre patética y suicida (apenas después de haberse ufanado de recibir llamadas de decenas de países poniéndose a la altura de su trasero), Juan Vázquez Gancedo vaticinaba que el presidente norteamericano, no podía perseverar, así como así en su deriva. "No puede romper con el mundo ni con el comercio internacional ni meterse en una burbuja"; y recordaba recientes malos tiempos de los que parecía que no podríamos salir como los de la pandemia. "Y los superamos, y seguimos bebiendo y seguimos plantando vides", dice.
En cualquier caso, el viticultor alerta para esta y futuras urgencias. "Europa tiene que ser más competitiva o se morirá", avisa, y plantea dos medidas que se puede ir adoptado. La primera, "que la Unión Europea incremente las ayudas que ya concede para reposicionar nuestros vinos con más valor en el mercado norteamericano flexibilizando los trámites burocráticos y adoptando un modelo más anglosajón basado en la presunción de inocencia. Con todos los controles posteriores y castigos para quien lo haga mal, pero más ágiles en la solicitud y más abiertos a nuevas propuestas de promoción adaptadas al márquetin moderno que hoy no se admiten. Si queremos contrarrestar el efecto de los aranceles es necesario modernizar y simplificar nuestras administraciones". Y la segunda, "la modernización de los Consejos reguladores, a quienes debemos mucho de los que somos, pero que deberían modificar sus reglamentos en el menor plazo posible para admitir nuevas elaboraciones".
-Hay analistas que recuerdan que antes de una guerra mundial siempre hubo una guerra comercial
-Claro, el cisne negro. Todos sabemos que está ahí y que existe, pero no pensamos en él hasta que aparece. Y todos sabemos que, en estos momentos, tensar tanto la situación, tensar tanto la cuerda, puede tener consecuencias dramáticas. Pero dentro de mis posibilidades, aun pensando en unas hipótesis tan dramáticas como las de la guerra, sigo pensando que mi dinero donde mejor puede estar es en la tierra.
La última de sus inversiones ha sido adquirir 500 hectáreas que va a plantar ajustando su vida y sus expectativas al ritmo que le marca la tierra. "Cuando me hice viticultor aprendí que no sólo los negocios sino la vida, son a medio o a largo plazo. Antes miraba los resultados a corto plazo con un Excel con el retorno de la inversión. Ahora hay que ser realistas y saber que esto nos puede causar mucho daño directo por el mercado de EEUU e indirecto por el mercado mundial, pero sé que a medio o a largo plazo lo superaremos. Por eso yo ahora planto una viña que me va a dar frutos dentro de cinco años y sé que dentro de cinco años estaré feliz de haberlo hecho y que los bienes raíces, la tierra, son lo mejor que le puedo dejar a mis hijos".