Tintín y el Thermozéro, la obra fantasma de Hergé que dejó al reportero sin resolver su caso

La frenética persecución terminó en un estruendo de metal y cristal roto. El hombre, visiblemente herido, se arrastró fuera del coche destrozado, con la respiración entrecortada y las manos temblorosas. Sabía que lo buscaban, que lo querían muerto. Pero antes de cerrar los ojos para siempre, hizo un último movimiento: deslizó un pequeño papel en el bolsillo del testigo equivocado. Así, sin siquiera saberlo, Tintín quedó atrapado en un juego peligroso, donde la ambición de unos pocos podía acabar con muchas vidas.
El título pudo haber sido Tintín y el Thermozéro, pero esta aventura jamás llegó a imprimirse. Un accidente, un misterio y una amenaza latente la convertían en un thriller con aires de Hitchcock, un proyecto con guion completo y varias páginas dibujadas, listo para ser la vigésima entrega del intrépido reportero. Pero no lo fue. Hergé, su creador, lo dejó en un cajón, detenido en el tiempo, como otras historias que nunca pasaron del borrador por estar agobiado: “No quiero hacer Tintín como una obligación”.
El problema de Hergé: un guion demasiado cerrado
Tal y como recuerda el historietista e historiador Jordi Canyissà, todo comenzó en 1957 cuando el maestro del cómic belga, inmerso en una crisis personal y creativa, recurrió a Michel Greg para escribir una nueva aventura. Greg entregó varias versiones del guion, centrándose en una trama de espías y una peligrosa sustancia radiactiva en forma de pastillas.
La idea se basaba en un artículo real publicado en Marie-France sobre un accidente en un laboratorio de Texas que contaminó a dos familias. Tintín, por supuesto, debía verse involucrado en el asunto tras ser testigo del atropello de un desconocido, que, agonizando, murmuraba una advertencia sobre las píldoras.

A pesar del potencial de la historia, Hergé se topó con un problema insalvable: no podía trabajar con un guion ajeno. Siempre había desarrollado sus relatos con un margen de improvisación, dejando que la trama evolucionara por sí sola. En palabras del propio artista, “me sentía como un prisionero atado a una picota de la que no me podía escapar.” La estructura cerrada lo agobiaba. Y sin su entusiasmo, el proyecto se estancó.
No era la primera vez que Hergé abandonaba ideas. Desde Tintín en el Ártico hasta una historia completamente distinta ambientada en un aeropuerto, tenía un historial de proyectos desechados. Pero Thermozéro estuvo más cerca que cualquiera de ser real.
De hecho, Greg lo adaptó en una segunda versión, cambiando las píldoras radiactivas por un arma de destrucción masiva, la bomba Thermozéro. La persecución continuaba por toda Europa, desde Moulinsart hasta Venecia, con Haddock, Milú y los Dupondt sumidos en una investigación que parecía una carrera contrarreloj.
El guion fue evolucionando hasta incluir un bote de insecticida que contenía el peligroso dispositivo. Pasó de mano en mano sin que nadie supiera lo que llevaba, hasta acabar aplastado bajo las ruedas de un camión. Pero al final, el supuesto invento mortal no explotaba, desmontando la tensión con un giro irónico.
No parece que vaya a salir nunca del cajón olvidado
Pese a todo, el proyecto fue archivado. Algunas de sus ideas, sin embargo, se transformaron en el álbum que Hergé sí terminó: Las joyas de la Castafiore, una historia que, en contraste con la tensión de Thermozéro, se desarrollaba enteramente en el castillo de Moulinsart sin persecuciones ni grandes peligros. Sin la frustración de no poder avanzar con un guion impuesto, Hergé pudo explorar una narrativa distinta, más introspectiva.

Años más tarde, cuando El Arte-Alfa, su última historia inacabada, fue publicada como un compendio de bocetos y notas, muchos se preguntaron si Thermozéro podría recibir el mismo tratamiento. La idea ha sido considerada, pero hasta la fecha, según Canyissà, sigue siendo un proyecto fantasma. En su momento, el propio Bob de Moor, colaborador cercano de Hergé, intentó adaptarlo para otra serie de la editorial, pero la intentona quedó en el olvido.
A pesar de ello, Tintín y el Thermozéro sigue siendo una de las grandes incógnitas del universo Hergé. Tal vez algún día esta historia olvidada salga a la luz, aunque ya no será como Hergé la imaginó. Mientras tanto, todo apunta a que seguirá en el limbo.
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