
Pregón de José Ferrary.
José Ferrary, pregonero de la Semana Santa de Málaga 2025: "Ser cofrade no es una elección, sino un regalo que viene del cielo"
El discurso del deán de la Catedral de Málaga, que se extendió durante cerca de dos horas, tuvo como punto de partida una oda a la ciudad, "siempre luminosa y bella".
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La Semana Santa de Málaga se aproxima y en estos días se van culminando las tradiciones que la preceden. Este sábado ha tenido lugar el pregón en el Teatro Cervantes, pronunciado por el Reverendo Padre Don José Ferrary, deán de la Catedral de Málaga.
Ferrary fue presentado por el exaltador de la edición de 2018, Santiago Souvirón Gross, en ausencia de Augusto Pansard Anaya, tristemente fallecido, al que se le dedicó una sentida ovación.
La disertación del cofrade, que se extendió durante cerca de dos horas, tuvo como punto de partida una oda a Málaga, “siempre luminosa y bella”. La ciudad que le enseñó a ser cofrade y sobre la que quiso “recordar lo que sentimos los cofrades ante las imágenes, durante los cultos o en la Casa Hermandad”.
En toda una declaración de intenciones, pretendió “compartir aquello que en las cofradías he vivido y cuánto me han enseñado, y expresar cómo en la Hermandad nos comunicamos la vida y la fe o cómo una corporación nazarena se forja desde la caridad y desde el perdón”.
Al pregón asistieron diversas autoridades, como Monseñor Jesús Catalá, obispo de Málaga; Francisco de la Torre, alcalde de Málaga; José Carlos Garín, presidente de la Agrupación de Cofradías; Carolina España, consejera de Economía; Arturo Bernal, consejero de Turismo, Francisco Salado, presidente de la Diputación; José Manuel Domínguez, presidente de la Fundación Unicaja; Sergio Corral, director Fundación Unicaja; Mariana Pineda, concejala de Cultura, y Teresa Porras, concejala de Servicios Operativos.
Ferrary inició su disertación bajo una premisa: “Trabajar la fe siempre, desde el Domingo de Resurrección hasta el siguiente Domingo de Ramos y hacer que la fe vivida y conservada, se haga expresión alegre en el albor de la Semana Santa”. Así comenzó a unir los recuerdos de su infancia con la Cofradía de Pollinica, que abre las puertas de cada Semana Santa. “A ese grito de Hosanna le sigue una algarabía de niños, acompañados por otros muchos, más mayores, en torno a Jesús que entra en Jerusalén, en una Jerusalén triunfante que es Málaga”, expresó.
La fe va tomando protagonismo en su discurso hasta el punto de ser el nexo de unión de todos los cofrades. “«Basta con que tengamos fe» para que nuestra Semana Santa siga haciendo visible el milagro del amor, y siga rejuveneciéndose con las nuevas generaciones fieles a nuestro carisma, valorando a quienes nos enseñaron y arropando a los que nos antecedieron”.
Experiencias
El sacerdote expresó que “hay momentos en nuestra Semana Santa en los que vivimos experiencias que no percibimos plenamente si separamos lo que somos o creemos”. Aunque confesó su debilidad ante Nuestra Señora y Madre de la Merced.
Puso en valor la valentía de los cofrades, e invitó a buscar al Señor en las situaciones cotidianas. “Busquémoslo en los niños golpeados por la pobreza; en los jóvenes frustrados por la marginación y el desempleo; en los obreros mal retribuidos; en los ancianos orillados porque ya no producen; en los subempleados y desempleados; o en las mujeres ultrajadas, atormentadas o violentadas”.
La Semana Santa no entiende de edades cuando se trata de emociones, y Ferrary ahondó en ese sentimiento que brota hasta de forma física. “Es la hora de derramar otras lágrimas. Lágrimas hermosas, de asombro, de alegría, de agradecimiento. Lágrimas que nos consuelan y nos empujan «a vivir como Él vivió y a amar como Él amó»”.

Un momento del pregón.
También reflexionó sobre la figura de los hombres y mujeres de trono, y la necesidad de cuidar su figura en la Semana Santa, al igual que los penitentes. “¿Qué tendrás, mujer de trono que al llevar el varal no parece que sea el trono el que se camina, sino Jesús quien avanza? ¿Cómo harás hombre de trono, pues con tu pericia los sentidos engañan y nos vemos en Jerusalén y de pronto en Málaga?”, lanzó al aire Ferrary, para concluir con un agradecimiento a su labor. “Gracias hombres y mujeres de trono pues por vuestro esfuerzo podemos colocar ante el Señor los mantos de nuestra pobreza y aliviamos el dolor de María con la rama de nuestra fragilidad”, pregonó.
La proclamación de sentirse cofrade copó los últimos instantes del pregón junto a la Resurrección que le da sentido a todo. “Ser cofrade no es una elección, sino un regalo que viene del cielo, para compartir un don que no tiene precio. El cofrade siente un escalofrío cada vez que se viste de nazareno para ser uno más entre iguales. Los cofrades tenemos un solo corazón y una sola alma. Y no sabemos explicar aquello que sentimos porque, ese sentimiento, carece de traducción verbal”.