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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Dos cantos bellísimos a lo público

El cantante Pablo Alborán besa la Medalla de Andalucía a las Artes EFE/Julio Muñoz

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El barullo en modo pánico que ha provocado la guerra arancelaria de Donald Trump ha opacado otras luchas, como la defensa de la sanidad y educación públicas en España y Andalucía en particular. No dejan de estar en peligro de extinción, precisamente por el contagio de las chaladuras liberales contra lo público que la extrema derecha y, por contagio, la derecha tradicional, importan de Estados Unidos.

Hasta que el bolsillo de la economía y las bolsas no se han visto amenazadas, la derecha no se ha movido con recelo contra el gobierno norteamericano. Hasta el punto de estar dispuesta a apoyar, entre comillas, las medidas de Pedro Sánchez para auxiliar con dinero público los efectos de los aranceles a las empresas españolas. No hubo la misma reacción en el PP cuando llegaban noticias de las medidas de Trump que dejaban sin flotadores sanitarios y universitarios a las familias pobres o modestas norteamericanas.

Hay agua en esas protestas: un descontento generalizado con la atención del Servicio Andaluz de Salud de la Junta. Es raro no encontrar a una familia con una experiencia irritante

El ruido arancelario ha dejado sin apenas eco la multitudinaria manifestación en Sevilla este pasado día 5 contra el Gobierno de Juan Manuel Moreno por su gestión de la sanidad. Se equivoca el ejecutivo de Juan Manuel Moreno cuando menosprecia la voz ciudadana tildándola de estar movida por la izquierda sindical y política por intereses electorales. El mismo argumento errado con el que responden a la investigación judicial por los contratos para insuflar dinero público a la sanidad privada andaluza en los últimos cuatro años. Hay agua en esas protestas: un descontento generalizado con la atención del Servicio Andaluz de Salud de la Junta. Es raro no encontrar a una familia con una experiencia irritante, como más de seis meses para una colonoscopia siendo paciente oncológico, una cita en atención primaria de dos semanas de espera o más de los dos meses reglamentarios para la consulta con un especialista, por poner varios ejemplos.

La nueva norma del Gobierno de Sánchez que pone trabas a universidades privadas auspiciadas por fondos de inversión como negocio y de dudosa calidad educativa también ha puesto en evidencia la política de los últimos años de la Junta andaluza, a la carrera por crear centros privados en competencia con Madrid y obviando las necesidades de las universidades públicas andaluzas.  

Moreno es muy sensible a la opinión publicada, a un descosido en su imagen de presidente popular. No me refiero a las denuncias de la izquierda por su flirteo con la sanidad y educación privada cuando la pública necesita más que nunca de oxígeno. Voy a apostar a que no han sido los telediarios nacionales mostrando esos descosidos los que le han hecho reaccionar este martes en Jaén con el método habitual de la propaganda con datos engañosos. Dos voces famosas clamando por la educación y sanidad pública han debido hacerle más pupa. Siendo además las voces de dos malagueños, como él, la herida debe escocer.

“Tenemos una sanidad pública que es increíble. No nos la podemos cargar”, repitió Alborán, a quien Moreno le concedió este 28 de febrero la medalla de Andalucía

Me refiero al canto que el artista Pablo Alborán quien, dos días antes de la manifestación en Sevilla y posiblemente sin acordarse de ello, entonó en defensa de la sanidad pública en el programa “La revuelta” de David Broncano en TVE. “Tenemos una sanidad pública que es increíble. No nos la podemos cargar”, repitió Alborán, a quien Moreno le concedió este 28 de febrero la medalla de Andalucía. El artista malagueño contó su experiencia personal de angustia por la enfermedad oncológica de un familiar. Y cómo en la sanidad pública encontró el mejor trato y tratamiento. Ah, pero no en un hospital andaluz, sino en el de La Fe de Valencia. Da igual, también los andaluces están dotados de un personal excepcional y formado. Solo les faltan más medios. 

Pocos días antes, el hijo de un celador del SAS, Bernardo Quintero, el ingeniero que hizo posible que Google aterrizase en Málaga, recibió el título de doctor honoris causa por la Universidad de Málaga. Pronunció un discurso que se ha hecho viral, con un canto por la educación pública. “Es el mejor ascensor social que existe”. “Gracias a ella estoy donde estoy”, dijo.

Lo más emocionante no es solo cómo reivindica su formación en la pública uno de los cerebros de la multinacional tecnológica, sino cómo reprocha que se abandone este importante ascensor social criticando incluso que la Junta de Andalucía rebajara su financiación o que fomente las privadas. “El talento está en todas partes, pero las oportunidades no llegan por igual a todo el mundo”, dice en su discurso. En su opinión, la defensa de la enseñanza pública es “el mejor acto de justicia que una sociedad puede hacer por su futuro”.

Amén. 

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