El Congreso afloja la bronca y tramita por unanimidad (y a regañadientes) la ley de gafas gratuitas del Parlamento andaluz

El Congreso de los Diputados se ha convertido en esta legislatura en un lugar tan hostil para el entendimiento, que incluso cuando sus señorías están de acuerdo, se esfuerzan en parecer lo contrario. Y así, ha salido adelante este martes por unanimidad una proposición de ley que garantiza la gratuidad de las gafas para los menores en España, una iniciativa que llega a Madrid de manos de un partido con dos diputados -Adelante Andalucía- previo respaldo unánime del Parlamento andaluz. Pero sus señorías están de acuerdo a regañadientes. El debate de hoy bien podría haberse titulado: gafas gratis para sacarse los ojos.
La Cámara Baja ha dado el primer paso para que el uso de gafas y lentillas sea un derecho universal en España, y que el Gobierno las incorpore a la cartera común de prestaciones del Sistema Nacional de Salud: gratis para los menores y bonificado para los adultos en función de la renta. La toma en consideración abre ahora un trámite parlamentario largo, en el que cada grupo -y el propio Gobierno- plantearán enmiendas al texto que salió del Parlamento andaluz.
Eran las tres de la tarde cuando arrancó el debate y el hemiciclo estaba semivacío. En representación del Parlamento andaluz, subieron a la tribuna tres diputados autonómicos: el autor original de la norma, José Ignacio García, portavoz de Adelante Andalucía; la socialista Pilar Navarro y la popular Beatriz Jurado. Luego han tomado la palabra los diputados de PNV, Podemos (por el grupo mixto), Sumar, Bildu, Junts, Vox, PSOE y PP.
La norma de Adelante Andalucía aterriza en el Congreso tras lograr el respaldo de la mayoría absoluta del PP de Juan Manuel Moreno, cuyo apoyo está condicionado a que la financiación salga de los Presupuestos Generales del Estado, aunque la Junta de Andalucía tiene competencias y capital para impulsar la misma medida en su territorio.
La iniciativa de los andalucistas también ha pasado previamente por la mesa del Ministerio de Sanidad, el departamento que tendrá que gestionarla, sin proponer ninguna enmienda en contra del texto original avalado por el Parlamento andaluz. El fondo de la cuestión -la llamada “pobreza visual”- armoniza el discurso de todos los partidos políticos que, con mayor o menor entusiasmo, se han referido a la proposición de ley.
Los tres parlamentarios andaluces llevaban los deberes hechos y han subido a la tribuna cargados con datos de Sanidad o del sector oftalmológico: el 31% de la población menor de edad en España tiene problemas visuales y el coste medio de unas gafas ronda los 200 euros. La brecha social entre quienes pueden costearse esto y los que no es del 12%.
Navarro ha ido un paso más allá, al vincular los problemas de vista de la población -derivados de las dificultades económicas para pagarse un óptico- con el desarrollo formativo de los jóvenes. “Hasta los 12 años, el 60% del aprendizaje de un niño se produce a través de la vista, y muchos no pueden permitírselo”, ha asegurado la diputada socialista de Almería, citando un informe del Colegio Nacional de Ópticos y Optometristas de España.
Ella misma ha recordado cómo su madre tuvo que ahorrar para comprarle sus primeras gafas y cómo, al tropear bajando una escalera mojada, deseó partirse el brazo antes que las gafas. Y su deseo se cumplió.
Ojo por ojo
Hasta aquí valdría la pena leer una crónica sobre hechos consumados: una votación que refleja un consenso político no buscado, se diría que incluso incómodo, entre formaciones políticas que andan a la gresca a diario. Pero se les ha metido por medio un asunto que, en palabras de la mayoría de los intervinientes, es “de sentido común”, avalado por datos, con un cierto respaldo científico, una medida popular sin apenas aristas que sale del Congreso sin zancadillas notables, y en beneficio potencial de la población.
Dicho esto, la proposición de ley de gafas gratis para menores de edad es un pájaro que se ha colado en la Cámara Baja interrumpiendo el devenir natural de la política que manda en esta legislatura, a saber: el ruido, la discordia, la bronca, el insulto. El debate sobre gafas para todos ha servido de excusa para practicar el ojo por ojo.
Han demostrado tanta prisa en pasar página del asunto que les traía hoy aquí, que tres cuartas partes del debate han versado sobre otros asuntos, estos sí, de más enjundia porque retratan la fiereza de sus disputas internas, el quebranto perenne de las dos Españas. La parálisis. La nada.
Prácticamente todos los portavoces que han intervenido en el debate, en representación de sus fuerzas políticas, llevaban puestas sus gafas, pero esto no les ha servido para ver más allá de lo que querían ver: las dos diputadas del PSOE -una del Parlamento andaluz y otra del Congreso- han visto al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, desentendiéndose de sus competencias en sanidad, y escurriendo el bulto para que las gafas las pague el Ejecutivo de Pedro Sánchez con unos Presupuestos Generales que el PP no está dispuesto a facilitar.
Las diputadas del PP -también de ambas Cámaras- han visto a la vicepresidenta del Gobierno y rival de Moreno en las urnas, María Jesús Montero, de paseo los fines de semana por Andalucía, manifestándose el sábado en las calles de Sevilla contra el “desmantelamiento de la sanidad pública andaluza”, eludiendo que ella misma fue consejera de Salud en los noventa.
Jurado, además, ha aprovechado para recordar al hemiciclo que mientras ellos viven en la discordia permanente, “la seña de identidad” de Moreno ha permitido poner su mayoría absoluta al servicio de una ley propuesta por un grupo con dos diputados. “Andalucía como ejemplo de entendimiento, moderación, diálogo y estabilidad política y económica”, ha dicho, no como la que tiene aquí montada Sánchez, ha apostillado.
El portavoz del PNV, Joseba Andoni Agirretxea Urresti, el primero en subir tras los tres parlamentarios andaluces, ha notado enseguida que aquel debate de las gafas gratis mutaba rápido en un pim pam pum preelectoral entre Moreno y Montero. “Poco constructivo, poco edificante. Menos mal que viene precedido por un apoyo unánime del Parlamento andaluz”, ha bromeado.
Agirretxea se ha preguntado -como luego ha hecho la diputada de Sumar, Engracia Rivera- por qué Adelante Andalucía no ha impulsado una ley andaluza, en lugar de estatal, por qué no ha “puesto en valor el autogobierno andaluz”. “Estamos a favor del qué, no del cómo”, ha advertido, para resaltar que Euskadi “se autofinancia” y tiene la capacidad de decidir sobre sus prestaciones sanitarias gratuitas.
El que la iniciativa política naciese del partido de Teresa Rodríguez, una formación andalucista y progresista, otrora ligada a IU, a Podemos, y a una coalición de partidos que hoy orbita en torno a Sumar, ha creado un subtexto en el debate que tiene un capítulo aparte: el mutis enfurruñado de la izquierda contra la izquierda.
A Rodríguez y sus más afines, Podemos e IU la expulsaron de la coalición que ella misma había fundado, acusándola de tránsfuga, en virtud de una redacción ad hoc del Pacto Antitransfuguismo aprobado en este Congreso. Volver aquí con las mismas siglas, pero otro partido, tiene algo de redención, de exorcizar demonios, de recochineo o de las tres cosas a la vez.
La diputada del grupo mixto y exlíder de Podemos Andalucía, Martina Velarde, ha usado su tiempo para atizar a Moreno por la gestión sanitaria, dedicando un capítulo a la causa judicial de los contratos sanitarios troceados que investiga una jueza en Cádiz, a instancias de su partido, por un posible delito de malversación. Hay un alto cargo del Gobierno andaluz imputado por un posible delito de malversación.
La diputada de Sumar Engracia Rivera también ha afeado a Adelante que venga de la mano del PP de Moreno, a quien ha negado legitimidad para “venir al Congreso a hablar de sanidad”, dos días después de verse contestado en las calles por 20.000 manifestantes. “Adelante Andalucía tenía dos vías para impulsar esta ley y ha elegido el Congreso en vez del Parlamento andaluz. Extraño”, ha subrayado Rivera, para luego cargar contra los populares: “No puede venir a pedir que el Gobierno financie nuevas prestaciones sanitarias mientras desde la Junta están desmantelando la sanidad pública”, ha dicho Rivera.
En la presentación inicial, el portavoz de Adelante Andalucía había explicado por qué estaba en el Congreso, apelando a Sánchez, en vez de estar en el Parlamento andaluz, apelando a Moreno: “Somos una formación andalucista que promueve una ley estatal, esto es una conquista del pueblo andaluz para el resto, para todas las gentes de clase trabajadora”, marcando distancias con el nacionalismo “excluyente y burgués” de Cataluña o Euskadi.
La diputada de Bildu aplaudió la medida, pero reclamó más ambición: “¿Y por qué no prestación bucodental gratuita? ¿Y por qué no también para las víctimas de la polio o de la talidomida?”
Desde Junts, la diputada Pilar Calvo, enfrió las expectativas y recordó que del Congreso también salió, por unanimidad, el apoyo a la Ley para enfermos de ELA, que en la práctica se ha mostrado inoperante por falta de financiación del Ministerio de Sanidad a las comunidades autónomas, denunció. “No sé si la mejor vía es aprobar esto en el Congreso, si no hay recursos. NO podemos seguir tragándonos que lo que se aprueba en Madrid lo pagan luego las comunidades”, avisó.
Por último, el diputado de Vox, David García Gómis, ha empezado clamando contra Pedro Sánchez y ha terminado clamando contra Pedro Sánchez, gracias a una pirueta semántica sobre la gratuidad de las gafas o sobre lo que fuera el debate: “Es urgente esta iniciativa, pero más urgente es echar a Sánchez, que es corrupción, miseria, mentira, ruina”, dijo.
La memoria económica de esta propuesta estima el gasto en 50 millones de euros para las gafas gratis en Andalucía -260 millones en el conjunto del país- y 90 millones para las gafas subvencionadas en Andalucía -447 millones en España-. El voto unánime de hoy es un voto a seguir debatiendo sobre este asunto, paso a paso, ojo a ojo.
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